sábado, noviembre 16, 2024
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Por: Pbro. Lic. Jacinto Gerardo Cruz Rojas

Introducción

Existen otras formas de piedad que ayudan a que el pueblo fiel viva unido a Cristo y a la Iglesia, aunque sin olvidar que la liturgia “es la cumbre hacia la cual tiende la actividad de la iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza”, SC 10.

El escenario que encontramos en este tiempo, en relación a la piedad popular, es éste:

  • abandono por parte de mucha gente, de las formas de piedad tradicionales;
  • devociones distorsionadas;
  • alejamiento de la genuina revelación bíblica, y de los sacramentos;
  • algunos sectores de la Iglesia ven la ven como la religión de los sencillos e ignorantes;
  • sincretismo, es decir, una mezcla entre catolicismo, magia, superstición o brujería; y
  • ataques de las sectas a esta forma de piedad del pueblo.

La Vicesimus Quintus Annos No. 18 explica: “La piedad popular no puede ser ignorada ni tratada con indiferencia o desprecio, pues es rica en valores y expresa de por sí la actitud religiosa ante Dios; pero tiene necesidad de ser evangelizada continuamente, para que la fe que expresa llegue a ser en un acto cada vez más maduro y auténtico. Tanto los actos piadosos del pueblo cristiano, como otras formas de devoción, son acogidos y aconsejados mientras no suplanten y no se mezclen con las celebraciones litúrgicas. Una pastoral litúrgica auténtica sabrá apoyarse en las riquezas de la piedad popular, purificarlas y orientarlas hacia la liturgia como contribución de los pueblos”.

Terminología

  1. Ejercicios de piedad

Son aquellas expresiones públicas o privadas de piedad que, aunque sin formar parte de la liturgia, están en armonía con ella, respetan su espíritu, sus normas y sus ritos; se inspiran en la misma liturgia y conducen al pueblo hacia ella. Algunos de estos ejercicios de piedad son mandados por la Santa Sede, o por los obispos, o forman parte de las tradiciones cultuales de las familias religiosas o de las iglesias particulares.

Los ejercicios de piedad tienen siempre un trasfondo eclesial y hacen referencia a la divina revelación, además de que se deben desarrollar de acuerdo a las normas de la Iglesia y con libros legítimamente aprobados.

  1. Devociones

Son las diversas prácticas exteriores (textos de oración o cantos, observancia de tiempos, visitas a lugares particulares, insignias, medallas, hábitos, costumbres) que, animados de una actitud interior de fe, manifiestan un aspecto particular de la relación del fiel con las divinas personas, o con la Virgen María, o con los santos, por su configuración con Cristo o por su misión desarrollada en la vida de la Iglesia.

  1. Religiosidad popular

Se refiere a la experiencia universal en el corazón de toda persona, en la cultura de todo pueblo y sus manifestaciones colectivas en las que está presente su dimensión religiosa. Todo pueblo tiende de hecho a expresar su visión total de la trascendencia, y su concepción de la naturaleza, de la sociedad y de la historia a través de mediaciones cultuales, en la que sintetiza los humano y lo espiritual. La religiosidad popular no tiene relación necesariamente con la revelación cristiana, aunque en algunas regiones al estar la sociedad impregnada de diversas formas de elementos cristianos, da lugar a una especie de “catolicismo popular”, en la que conviven elementos provenientes de la vida, de la cultura propia del pueblo y de cristianismo.

  1. Piedad popular

Son las diversas manifestaciones cultuales, de carácter privado o comunitario, que en el ámbito de la fe cristiana se expresan principalmente, no con los modos de la sagrada liturgia, sino con las formas peculiares derivadas del genio del pueblo o de una etnia y de su cultura.

El Papa Paulo VI dice que la piedad popular: “Refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer. Hace capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata de manifestar la fe. Comporta un hondo sentido de los atributos profundos de Dios: la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante. Engendra actitudes interiores que raramente pueden observarse en el mismo grado en quienes no poseen esa religiosidad: paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, desapego, aceptación de los demás, devoción”, Evangelii Nuntiandi 48.

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