martes, abril 16, 2024
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LN Jessica Jiménez Márquez

jessicajimeneznutriologa@gmail.com

La correcta alimentación del adulto mayor es una parte fundamental para una vida saludable y una mejor calidad de vida.

El impacto de una mala nutrición en esta población supone un mayor riesgo, ya que predispone a que las personas contraigan enfermedades o que los que ya sufren alguna patología se agrave.

Hay que tener en cuenta que el proceso de envejecimiento afecta la función digestiva,  por lo que se reduce la absorción intestinal de ciertos nutrientes, pudiendo ocasionar desnutrición en estos pacientes, por lo que es recomendable estar atento a la pérdida excesiva de peso y visitar al médico en caso de presentar una pérdida de más de 5 kilos en un lapso de 6 meses o menos; o, si sin razón aparente, se comienza a bajar de peso, ya que puede ser signo de una enfermedad como el cáncer o la diabetes.

Además, la alimentación puede verse afectada debido a la falta de dientes o las prótesis dentarias defectuosas, considerándose una de las causas de desnutrición en este grupo de edad. Debido a estas modificaciones, la comida de los adultos mayores debe ser blanda, es decir, de menor consistencia y textura, sin someter las frutas, verduras y carnes a una larga cocción, pues se reduce su valor nutritivo, por lo que las verduras y carnes deben cocinarse y consumirse en caldos o sopas.

Es importante vigilar la calidad de la dieta del adulto mayor, ya que ésta cumple una función preventiva muy importante.

Recomendaciones

La dieta debe ser variada para asegurar que contenga los nutrientes necesarios. A continuación, algunas recomendaciones.

Comer varias veces al día. Hacer de 3 a 5 comidas al día, teniendo en cuenta que el desayuno es importante, ya que aportará la energía para rendir a lo largo del día.

Aumentar el consumo de frutas y verduras, ya que éstas aportan una cantidad importante de vitaminas, minerales y fibra, esta última necesaria para mantener la motilidad intestinal y evitar estreñimiento.

Seleccionar alimentos adecuados. Debido a que la mayoría de los adultos mayores presenta problemas para masticar o de encías, aftas y/o llagas en la boca, se recomiendan alimentos blandos como purés, cremas, caldos y sopas, picados finos, jugos, carne picada o deshebrada; alimentos que no sean ácidos o fibrosos, con la finalidad de asegurar una ingesta adecuada de los alimentos, ya que por la dificultad para masticar, la persona pudiera preferir comer menos o atragantarse fácilmente.

Ingerir agua suficiente a lo largo del día, pues previene el estreñimiento y se asegura una correcta hidratación.

Tener una ingesta adecuada de calcio y vitamina D, los cuales pueden obtenerse de productos lácteos semidescremados o descremados, preferentemente.

 Cocinar los alimentos con poca grasa, de preferencia asados, al horno, al vapor y hervidos, evitando alimentos fritos, capeados y rebosados.

 Sazonar los alimentos con especies y yerbas de olor para aumentar su palatabilidad y evitar el uso excesivo de sal.

 Limitar el consumo de azúcar, en la medida de lo posible, así como alimentos procesados y precocidos.

Procurar comer acompañado, ya que es muy agradable, pues es un momento en el que el adulto mayor no sólo consumirá los alimentos necesarios para cubrir sus requerimientos nutrimentales, sino que es un momento para convivir con la familia, platicar y enterarse de lo que sucede fuera de casa.

Mantenerse activo, creando una rutina saludable de labores en las cuales se mantenga ocupado y activo, ya que esto ayudará a que tenga más apetito y evite también caer en depresión.

Acudir con un nutriólogo, tanto el adulto mayor como los familiares que lo cuidan, para recibir las recomendaciones adecuadas, pues la mayoría de las veces existen muchas creencias erróneas en cuanto a cómo debiera ser la alimentación del adulto mayor, además de que los cambios alimentarios deben realizarse progresivamente y a modo voluntario, para evitar una pérdida de interés por la alimentación.

Una alimentación adecuada debe acompañarse siempre de la realización de ejercicio (prescrita por su médico) para lograr un balance energético entre las calorías ingeridas y las gastadas.

 

Referencia:

Pérez Lizaur A.B., Marván Laborde L. (2005) Cap. 4.7 “Alimentación del adulto mayor” (pp 151-159) México, D.F. Ediciones científicas La Prensa Médica Mexicana.

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