Por: Elisa Garzón Balbuena /Areli González/ ADABI
La celebración de la Virgen de Guadalupe en nuestro país es una fecha importante dentro de las festividades religiosas. En la Arquidiócesis de Puebla sabemos a través de los documentos parroquiales de este fervor guadalupano pues a mediados del siglo XVII se estableció la cofradía de Nuestra Señora de Guadalupe fundada por naturales de Yancuitlalpan perteneciente a la parroquia del Santo Ángel Custodio de la capital poblana. Los mayordomos bajo los cuales recayó el funcionamiento y administración de dicha cofradía eran marido y mujer, más los diputados y para el siglo XVIII hay elecciones de diputados y
mayordomos del sexo femenino. Las principales reglas establecidas en las constituciones era la celebración de una misa cantada cada sábado, el 12 de diciembre una misa cantada con ministro y procesión, con limosna de 12 pesos y ante la muerte de un cofrade una misa rezada o cantada por 12 reales.
La cofradía tenía a su cargo el pago de diferentes festividades a lo largo del año como Pascua, día de la Natividad, Virgen de la Concepción y de Nuestra Señora de la Candelaria, además de la víspera de nuestra señora. Todas las solemnidades eran celebradas con música, cera, incienso, romero, adornos y cohetes, gastos que se cubrían con las limosnas colectadas y con la cuota de cada hermano o cofrade, así como la renta de una casa. Parte de la devoción a la virgen fueron las visitas a las casas de la feligresía, y es que a través de los documentos parroquiales sabemos que las visitas iniciaron el 7 de marzo de 1751 hasta el 29 de enero de 1752. Se recorrieron 42 casas y se recaudó 31 pesos y 3 reales.
Entre los bienes que tenía la cofradía en 1672 estaban vestidos de diferentes calidades y materiales como razo, lana o tul, objetos de plata y oro como aretes, agnus dei, corona, pasadores, sarcillos y lámpara, además de rosario de perlas y cabelleras, todo usado para vestir y embellecer la imagen de la virgen y bajo el resguardo del mayordomo.
En cuanto al altar de la Virgen, los gastos de su mantenimiento fueron costeados por la cofradía del Santo Rosario pues en el espacio de dicha cofradía dentro de la parroquia se alojaba la capilla de Nuestra Señora d
e Guadalupe. En 1751 se concluyó el nicho del rosario, y se compraron media docena de faroles de vidrio y de papel, una palia bordada de seda y plata y siete libras de cera para la festividad.
De manera breve presentamos las prácticas religiosas de los indígenas que contribuyeron al mantenimiento así como el aumento de la devoción guadalupana a mediados del siglo XVII y XVIII en la parroquia del barrio de Analco, sin embargo aún falta por indagar acerca de este culto en el interior de la Arquidiócesis.