Por: P. Rodolfo Orosco Gil
Calafell España
Dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis.
Se cree que Marcos pretende demostrar como el mensaje de Jesús se transmite en los territorios paganos cercanos a Galilea, por eso él es el único de los sinópticos que relata este itinerario en el viaje de Jesús.
Y le presentaron un sordo, que además apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano.
Él, apartándose de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.
El hecho de que Jesús se retire de la multitud, puede ser entendido como que el don de la salud física y de la fe es fruto de un encuentro profundo con él, donde a veces la multitud puede ser un obstáculo. Tal acción del Señor, puede estar ligada a la teología del «secreto mesiánico» algo típico de Marcos.
Por otra parte, no se puede negar que lo que ha hecho Jesús, le imprime un tinte misterioso a su proceder. No obstante, también hay que reconocer que esto era algo común entre los que curaban en la antigüedad, tanto en el mundo griego, como en el hebreo. Es muy probable que en este caso también se esté haciendo referencia a los elementos rituales de la primitiva forma del bautismo cristiano, y que aún se conservan en la actualidad. En cuanto al uso de la saliva, se dice que esto hace una clara referencia al mundo semítico, la saliva representa el espíritu que se da.
El modo en como Jesús cura a este hombre es muy interesante, en primer lugar hay que notar que el Señor primero le abre los oídos de modo que pueda escuchar, y en este caso al primero que escucha es al mismo Dios que lo está curando, y ya cuando regrese donde está la multitud, escuchará a los demás. Este ejemplo es muy importante en la vida de las personas, ya que en la actualidad esto comienza a ser un problema en nuestra sociedad, debido a que todo mundo quiere hablar, pero pocos están dispuestos a escuchar. Esta acción de Jesús interpretada desde la comunidad cristiana, nos marca lo importante que es el hecho de que ésta sea capaz de abrir también el corazón, pues una vez que escucha, podrá captar el mensaje del evangelio.
Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá» (esto es, «ábrete»).
Esta actitud de Jesús hace referencia a una profunda atención en forma de oración al Padre. El suspiro del Señor de manera especial en Marcos, tiene el matiz de poner énfasis en la profunda participación que él tiene del sufrimiento humano con aquellas personas que son golpeadas por el dolor. Este suspiro también lleva consigo la característica de trasmitir su Espíritu como don de una vida nueva, a través del cual el hombre puede convertirse en una creatura nueva. Por eso, para escuchar la palabra creadora de Cristo, es necesario el don del Espíritu Santo.
Effetá es una palabra aramea, que en este caso es traducida en el texto original al griego, lengua en la que se ha escrito el evangelio, cuyo significado en español también se nos ha dicho. Usar palabras extranjeras era considerado un elemento común en las antiguas historias de hechos milagrosos. En este caso se entiende su uso en el sentido de que el arameo es la lengua natural empleada por Jesús cuando habla a la gente. Ésta palabra además lleva consigo el significado de revelar la acción creadora de Cristo cuando habla, resultado de ellos es que el que antes era mudo, ahora comienza a hablar perfectamente.
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.
Bilógicamente sabemos que el problema de la sordera trae consigo el no poder hablar, porque los seres humanos aprendemos sonidos, y si no escuchamos no sabremos qué decir, esto es tan evidente que todos los métodos para aprender un idioma nuevo, lo primero que recomiendan es escuchar, y hacerlo tantas veces sea necesario para familiarizarse con los sonidos de la lengua que se está aprendiendo.
Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían:
«Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
La gente con asombro reconoce la obra salvadora del mesías, señalando así la grandeza del misterio que se ha manifestado. En efecto, Cristo todo lo hace bien, a veces somos nosotros los seres humanos lo que nos oponemos a la acción de Dios porque nos sentimos afectados en nuestros propios intereses o deseos, sin embargo quien es dócil a la obra del Mesías, sabrá reconocer los beneficios que trae consigo el escuchar su voz. Muchos santos así lo experimentaron en su propia vida, cada uno de ellos al principio buscaba para sí lo que creía que le convenía y le hacía feliz, ignorando de cierto modo la voluntad de Dios, pero una vez que escucharon lo que Dios quería, y fueron dóciles a su voz, encontraron la verdadera felicidad. Los ejemplos son muchos, entre ellos san Agustín, san Francisco de Asís, san Ignacio, Sta. Teresa de Jesús entre muchos otros. Cada uno experimentó la verdadera felicidad una vez que escucharon con atención la voz del Señor, y después de eso, dejaron que Dios hiciera mucho bien en su vida.
Este milagro sin lugar a dudas, señala a la perfección lo que se necesita para ser parte de la comunidad cristiana, el saber escuchar para poder hablar, el domingo pasado insistía en algo similar al decir, escuchen y entiendan, de manera que ahora los elementos que nos hacen crecer se enriquecen, es decir podríamos sumar el escuchen, entiendan y hablen para mejorar el ambiente, la comunidad, la familia en la que nos encontramos.